domingo, 30 de diciembre de 2007

"EN ESENCIA SOY UN PINTOR FIGURATIVO"

por Cecilia Carchi

Las influencias marcan en el lenguaje del artista. Dos son los pintores de este siglo que han definido la plástica de Jorge Velarde: Tamara de Lempicka y David Hockney, la primera con reminiscencias del neoclasicismo y cubismo y el segundo con un desarrollo notable de la espacialidad. De ambos toma muchos elementos que son decisivos en su formación como pintor.

Si hablamos de una evolución en cuanto géneros o escuelas en los cuales se ha inscrito podemos decir que comenzó con un surrealismo, que no era el onírico daliniano, sino más bien parecido a El Bosco; sin embargo Velarde afirma que éste pintor era mucho más fantástico que lo que él hacía al principio, que se caracterizaba principalmente por figuras pesadas.

Posteriormente su plástica está muy influida por el hiperrealismo, que él concibe como una exacerbación del realismo, es decir visto como una fotografía. De esta etapa tiene cuadros en los cuales se observa papeles pegados; por lo mismo hay una ausencia completa de la figura humana, únicamente existen espacios, ambientes y detalles.

El arte conceptual, donde prima más la idea sobre la factura, es el próximo paso en su carrera como creador. La búsqueda del yo, la identificación consigo mismo, las raíces guayaquileñas, el entorno de nuestra ciudad, el cuestionamiento de lo religioso, eran los principales temas de esta época. Aún así lo primordial continuaba siendo la pintura.

De esta época nace una serie de autorretratos, como San Jorge y El dragón, en los cuales se desmitificaba la sacralización del artista plástico. Finalmente Velarde arriba a un trabajo cercano al expresionismo alemán, con ambientes que él denomina “completos”, con personajes urbanos, casi diríamos claustrofóbicos, inmersos en su mundo.

PERSPECTIVA, VOLUMEN Y ESPACIO

Estos tres conceptos son fundamentales y decisivos para todo artista plástico. El primero cobró mayor importancia a partir de su experiencia en el cine y la fotografía. “El acostumbrarme a ver a través del objetivo gran angular de la cámara me dejó un gusto por la deformación. Los puntos de vista, picado y contrapicado, están también reflejados en mi pintura”.

“El volumen para mí es como una pasión que no he podido llegar a realizar, es como una frustración. Mi pintura es totalmente plana, pero intento sugerir una sensación de volumen. El espacio es también importante. Es otra de las cosas que me apasionan. Mis personajes están siempre insertos en un ambiente, más que en un espacio. Trato de crear siempre una atmósfera específica, no limitada por los márgenes del cuadro, sino sugerida”.

¿Qué importancia le concedes al elemento geométrico?

La pintura geométrica es algo que a mí me resulta muy difícil de hacer. Estoy demasiado enraizado en lo figurativo, me cuesta mucho desprenderme de eso; sin embargo, creo haber heredado algo de ello, como la distorsión de la perspectiva. En mis cuadros el punto de fuga no queda en la línea del horizonte, como tradicionalmente se lo concibe. El objeto se lo mira invertido, hay una especie de dislocación. Eso es herencia del cubismo, puesto que una de sus características era verlo desde muchos puntos de vista: de un lado, de otro y de frente a la vez.

RETROSPECTIVA
Velarde inició su preparación académica en el colegio de Bellas Artes Juan José Plaza (1976 – 1979) de nuestra ciudad, formación que él considera muy deficiente, pero sin embargo muy decisiva en su carrera. Posteriormente trabaja con Federman Contreras en un taller de serigrafía y en 1984 en el Museo del Banco Central de Guayaquil.

Viaja a Madrid (España) donde permanece hasta 1987. Estudia cine en el taller de Artes Imaginarias y un poco de fotografía; debe su formación en este género a Cesar Franco y Andy Holst, ambos guayaquileños. Un año después ingresa al taller de grabado en metal y litografía con Severio Castellano y nuevamente trabaja en el Museo del Banco Central del Ecuador.

En 1989 forma parte del Taller de Materiales y sus procesos constructivos y participa en el Segundo Festival Latinoamericano de Arte y Cultura en Brasil. La última exposición la realizó en la galería Corriente Alterna (Lima, Perú) en conjunto con María Elena Machuca, Jenny Jaramillo, Luigi Stornaiolo y Patricio Palomeque. Desde 1977 ha intervenido en treinta y cuatro exposiciones colectivas, dos realizadas en el exterior: en San José de Costa Rica y en Brasilia.

Entre sus principales distinciones se encuentran la Primera Mención de Honor del Salón Nacional Vicente Rocafuerte (1983), Mención de Honor en el Salón de Julio (1985), Tercera Mención de Honor del Salón de Octubre (modalidad Artes Gráficas), de la CCE, Núcleo del Guayas. En 1990 obtuvo el Primer Premio en el Salón de Octubre (Pintura).

“Yo soy un pintor realista, figurativo. No me encuadro en los conceptos de arte de vanguardia, de pintura gestual y matérica, que están muy en voga. La mía es convencional, como se la podría haber hecho hace 50, 60 ó 70 años.
Velarde no es un pintor de “salones”. Su trabajo es el resultado de una constancia en la materia.

La plástica de Jorge Velarde se caracteriza por ser hiperrealista, caracterizando al espacio en todos sus detalles. Creador de un ambiente sugestivo también pinta a la figura humana, aunque distorsionada. La ausencia de volumen y la deformación de la perspectiva son dos elementos presentes en su pintura.